lunes, 18 de octubre de 2010

La sociología del cuerpo

David Le Breton/Ediciones Nueva Visión. Bs.As. 2002

. La condición corporal

La sociología del cuerpo forma parte de la sociología cuyo campo de estudio es la corporeidad humana como fenómeno social y cultural, materia simbólica, objeto de representaciones y de imaginarios. Recuerda que las acciones que tejen la trama de la vida cotidiana, desde las más triviales y de las que menos nos damos cuenta hasta las que se producen en la escena publica, implican la intervención de la corporeidad. Aun cuando mas no sea por la actividad perceptiva que el hombre despliega en todo momento y que le permite ver, oír, saborear, sentir, tocar y, por lo tanto, establecer significaciones precisas del mundo que lo rodea.

El cuerpo, moldeado por el contexto social y cultural en el que se sumerge el actor, es ese vector semántica por medio del cual se construye la evidencia de la relación de la relación con el mundo: actividades perceptivas, pero también la expresión de los sentimientos, las convenciones de los ritos de interacción, gestuales y expresivos, la puesta en escena de la apariencia, los juegos sutiles de la seducción, las técnicas corporales, el entrenamiento físico, la relación con el sufrimiento y el dolor, etc. La existencia es, en primer termino, corporal. Al intentar dilucidar que parte ocupa la carne en la relación del hombre del hombre con el mundo, la sociología se enfrenta con un inmenso campo de estudio. Aplicada al cuerpo, su objetivo consiste en realizar el inventario y la comprensión de las lógicas sociales y culturales que costean el espesor y los movimientos del hombre.

Lo que el hombre pone en juego en el terreno de lo físico se origina en un conjunto de sistemas simbólicos. Del cuerpo nacen y se propagan las significaciones que constituyen la base de la existencia individual y colectiva. Es el eje de la relación con el mundo, el lugar y el tiempo en el que la existencia se hace carne a través de la mirada singular de un actor. A través de el, el hombre se apropia de la sustancia de su vida y la traduce en dirección de los demás por intermedio de los sistemas simbólicos que comparte con los otros miembros de su comunidad. E actor abraza físicamente el mundo y lo hace suyo al humanizarlo y , sobre todo, al convertirlo en un universo familiar y comprensible, cargado de sentidos y de valores, compartible en tanto experiencia por todo actor que este inserto como el en el mismo sistema de referencias culturales. Existe significa, en primer lugar, moverse en un espacio y en un tiempo, transformar el entorno gracias a una suma de de gestos eficaces, clasificar y atribuir un valor a los innumerables stimuli del entorno gracias a las actividades perceptivas, dirigir a los demás palabras, pero también gestos y ademanes, un conjunto de rituales corporales que cuentan con la adhesión de los otros. A través de su corporeidad, el hombre hace que el mundo sea la medida de su experiencia. Lo transforma en un tejido familiar y coherente, disponible para su acción y permeable a su comprensión. Como emisor o como receptor, el cuerpo produce sentido continuamente y de este modo el hombre se inserta activamente en un espacio social y cultural dado.

No importa donde y cuando haya nacido, o las condiciones sociales de los padres, el niño esta originariamente dispuesto a interiorizar y a reproducir los rasgos físicos particulares de cualquier sociedad humana. Inclusive, la historia muestra que podría acceder a una parte del registro específico de ciertos animales, si pensamos, por ejemplo, en la aventura excepcional de los llamados “niños salvajes”. Al nacer, el niño es una suma infinita de disposiciones antropológicas que solamente la inmersión en el campo simbólico, es decir la relación con los otros, puede permitirle desplegar. Se precisan años para que el niño, antes que su cuerpo, en sus diferentes dimensiones, se inscriba realmente dentro de la trama de sentido que cierne y estructura su grupo de pertenencia.


Este proceso de socialización de la experiencia corporal es una constante de la condición social del hombre que, sin embargo, tiene sus momentos más fuertes en ciertos periodos de su existencia, especialmente en la infancia y en la adolescencia. El niño crece en una familia de distintas categorías sociales y que ocupa una posición propia en el juego de variaciones que caracterizan la relación con el mundo de la comunidad en la que esta inserta. Los hechos y gestos del niño están rodeados por este ethos que provoca las formas de su sensibilidad, de sus movimientos comunicativos, de sus actividades perceptivas y, de este modo, dibuja el estilo de su relación con el mundo. La educación no es nunca una actividad puramente intencional, los modos de relación, la dinámica afectiva de la estructura familiar, la manera en que el niño se sitúa en esa trama de la sumisión o la resistencia que oponga , dan lugar a coordenadas Bloque entrecomilladoque son consideradas cada vez mas importantes en la socialización

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El cuerpo existe en la totalidad de sus componentes gracias al efecto conjugado de la educación recibida y de las identificaciones que llevaron al actor a asimilar los comportamientos de su medioambiente. Pero el aprendizaje de las modalidades corporales de la relación del individuo con el mundo, no se detiene en la infancia, prosigue durante toda la vida según la transformaciones sociales y culturales que se imponen en el estilo de vida, los diferentes roles que conviene asumir en el curso de la existencia. Si bien el orden social se infiltra a través del espesor vivo de las acciones del hombre para tomar allí fuerza de ley, este proceso no se termina nunca por completo.

La expresión corporal se puede modular socialmente, aunque siempre se la viva según el estilo del propio individuo. Los otros contribuyen a dibujar los contornos de su universo y a darle al cuerpo el relieve social que necesita, le ofrecen la posibilidad de construirse como actor a tiempo completo de la colectividad a la que pertenece. Dentro de una misma comunidad social, todas las manifestaciones corporales de un actor son virtualmente significantes para sus miembros. Únicamente tienen sentido en relación con el conjunto de los datos de la simbólica propia del grupo social. No existe nada natural en un gesto o en una sensación.

David Le Breton

La sociología del cuerpo

Ediciones Nueva Visión. Bs.As. 2002


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